Embárquense en una épica aventura, un viaje lleno de adrenalina y emociones inolvidables. Nuestro punto de partida fue Tandil y sus cautivantes alrededores, rumbo al encantador Pueblo Oriente. Nuestro objetivo: iniciar una travesía en kayak por el impresionante Quequén Salado. Desde el momento en que nos adentramos en sus aguas, supimos que estábamos en un territorio salvaje y vibrante.
Los saltos en el río fueron vertiginosos, llenos de curvas y espuma, ya que el caudal estaba en todo su esplendor, crecido y enérgico. Cada salto era un desafío, pero eso solo nos impulsaba a buscar aún más emociones. Nos sumergimos en la adrenalina pura, superando cada obstáculo con determinación y una sonrisa en el rostro.
En medio de nuestra travesía, hicimos una parada para deleitarnos con un banquete. Las deliciosas picada de Las Dinas y los exquisitos quesos de Produlac fueron nuestro sustento, acompañados por una selección de cervezas y vinos espumantes. Aunque el sol no nos regaló su calor ese día y el ambiente estaba fresco, nada pudo mermar nuestras ganas de remar en kayak, pues el río nos brindaba su encanto y misterio.
Nuestro objetivo principal era alcanzar la majestuosa Cascada Munpunleofu, la más ancha de la provincia de Buenos Aires, con aproximadamente 100 metros de ancho y 5 metros de altura, dependiendo del caudal del agua. El plan original era deslizarnos por la cascada en un descenso seguro, pero debido a la crecida del río, decidimos priorizar la seguridad de los remadores. Así, caminamos por una barranca para admirarla de cerca y, luego, remamos desde abajo, maravillados por su poder y la espuma que se levantaba en cada salto.
Continuamos nuestra travesía, remando con entusiasmo, hasta llegar a otra cascada, conocida como “La Olla”. Esta maravilla natural se asemeja a un jacuzzi gigante, una olla creada de forma única por la fuerza del río. No resistimos la tentación y nos sumergimos en este refugio acuático, disfrutando de la relajación y la exuberancia del entorno.
Finalmente, llegamos a nuestro destino final, la cueva del tigre, donde nos esperaba nuestra logística y una merienda típica. Nos reunimos con el equipo, compartimos historias y risas, celebrando una jornada llena de desafíos superados y momentos inolvidables.
Esta aventura en kayak nos demostró una vez más que la naturaleza nos regala experiencias únicas y nos reta a explorar nuestros límites. Desde los saltos en el Quequén Salado hasta la majestuosidad de la Cascada Munpunleofu y la relajación en “La Olla”, cada momento fue un tesoro en nuestro recuerdo.
¡Así somos los aventureros, dispuestos a enfrentar cualquier desafío y aprovechar cada oportunidad para vivir la vida al máximo!”
Experimentamos una emocionante travesía en kayak desde Tandil hacia el Pueblo Oriente, explorando el Quequén Salado. Los saltos en el río, llenos de curvas y espuma, nos proporcionaron una dosis de adrenalina inolvidable. En medio del recorrido, hicimos una parada para disfrutar de una deliciosa picada que despertó nuestros sentidos. Nos deleitamos con embutidos gourmet de Las Dinas, como salames y chorizos de elaboración artesanal en Tandil. También degustamos quesos artesanales de Produlac, con variedades que iban desde suaves y cremosos hasta intensos y sabrosos. Creando una sinfonía de sabores en cada bocado.
Al finalizar nuestra travesía, nos esperaba una merienda casera preparada por el talentoso chef Laureano Cepeda, hermano de uno de nuestros guías. Nos sorprendió con una selección de budines de diferentes sabores, todos elaborados con huevos de campo, que se deshacían en nuestra boca con su textura esponjosa y sabores exquisitos. Además, nos deleitamos con una pastaflora recién horneada, con capas de masa delicada y un relleno dulce de membrillo que nos brindó un verdadero placer gastronómico.
Estas comidas caseras, elaboradas con ingredientes frescos y de calidad, se convirtieron en una parte memorable de nuestra aventura en kayak. Nos permitieron saborear lo mejor de la región y nos brindaron la energía necesaria para seguir adelante. Cada bocado fue un deleite para nuestros sentidos, y nos recordó que la buena comida es una parte esencial de nuestras experiencias de viaje.