Nuestra aventura en
Río Pinto- Córdoba
“La vida es como montar en bicicleta. Para poder mantener el equilibrio, tienes que estar en movimiento”
– Albert Einstein
"Desafío de Río Pinto: No creamos una salida... Creamos una Experiencia"

Bitácora de Aventura

En medio de nuestra aventura en el desafío del Río Pinto, también nos deleitamos con la riqueza de la gastronomía autóctona de la región. En cada parada y descanso, nos entregamos al placer de probar platos tradicionales que despertaron nuestros sentidos y nos conectaron con la cultura local.

Uno de los momentos culinarios más destacados fue cuando saboreamos el famoso chivito serrano, una delicia que nos conquistó con su sabor único y jugosidad. Cada bocado nos transportaba a la esencia de la región, nos permitía apreciar la calidad de la carne de la zona y disfrutar de su exquisito sabor en cada mordisco.

Además, tuvimos la suerte de degustar la sopa cordobesa, un plato reconfortante y lleno de historia. Cada cucharada nos envolvía en un abrazo cálido, con sus ingredientes tradicionales como el maíz, los porotos y las carnes, creando una sinfonía de sabores y aromas que nos recordaban la autenticidad de la cocina cordobesa.

Después de un día lleno de emociones y pedaladas, encontramos refugio en la acogedora Posada San Andrés, un lugar emblemático ubicado en la Cumbre de Córdoba. Allí, fuimos recibidos con calidez y hospitalidad, como si estuviéramos en nuestro propio hogar. Las habitaciones, cuidadosamente preparadas, nos brindaron la comodidad y el descanso necesarios para recargar nuestras energías.

En la Posada San Andrés, también tuvimos la oportunidad de experimentar la hospitalidad cordobesa en su máximo esplendor. Los anfitriones nos recibieron con una sonrisa y nos guiaron a través de una experiencia gastronómica excepcional, donde se combinaban ingredientes locales y técnicas tradicionales para crear platos llenos de sabor y amor.

Cada noche, nos sentamos a la mesa en el comedor de la posada, rodeados de un ambiente acogedor y encantador. Allí, disfrutamos de las exquisiteces preparadas por manos expertas, saboreando cada bocado con deleite y apreciando el vínculo profundo entre la cocina y la cultura de la región.

El alojamiento en la Posada San Andrés fue mucho más que un lugar para descansar. Fue un refugio lleno de historia y encanto, donde nos sentimos parte de una tradición que ha perdurado a lo largo de los años. Cada detalle, desde la decoración hasta la atención personalizada, nos recordó la belleza y la calidez de la región.

En resumen, durante nuestro cicloturismo en el desafío del Río Pinto, no solo conquistamos caminos y desafíos, sino también nuestros paladares y corazones con la gastronomía autóctona que nos ofreció la región. Y al final del día, la Posada San Andrés nos brindó un hogar lejos de casa, un lugar donde los sabores y las historias se entrelazaron en una experiencia mágica e inolvidable.

 

La gastronomía

En el desafío del Río Pinto, nuestro viaje en bicicleta no solo fue una aventura en la naturaleza, sino también una oportunidad para deleitarnos con la riqueza gastronómica autóctona. Cada bocado fue una expresión de amor por la comida y una conexión con la cultura local.

Además del delicioso chivito serrano y la reconfortante sopa cordobesa, tuvimos el placer de probar los embutidos artesanales de las dindas, que despertaron nuestros sentidos con su sabor ahumado y su textura jugosa. Los quesos de Produlac, elaborados con maestría y cuidado, nos regalaron una variedad de sabores y aromas que complementaron a la perfección nuestras comidas.

Lo más hermoso de esta experiencia gastronómica fue la colaboración y el espíritu de equipo que se manifestó en nuestro grupo. Nos convertimos en cómplices en la preparación de nuestras comidas, compartiendo recetas tradicionales y técnicas culinarias. La camaradería se extendió más allá de los platos y también nos unimos en la limpieza y el cuidado del entorno, mostrando nuestro respeto por la naturaleza que nos rodeaba.

Cada comida se convirtió en un momento de celebración, donde compartíamos risas, historias y sabores inolvidables. El acto de alimentarnos se convirtió en una experiencia enriquecedora, que fortaleció nuestros lazos como grupo y nos permitió sumergirnos en la esencia de la cultura local.

En el ambiente acogedor de la Posada San Andrés, cada comida se transformó en una ocasión especial. El aroma de los platos recién preparados llenaba el comedor, mientras las conversaciones animadas y las sonrisas iluminaban la habitación. La gastronomía se convirtió en un lenguaje universal que nos unió y nos recordó la importancia de compartir y disfrutar de los momentos más simples y significativos de la vida.

Así, en cada bocado, en cada gesto colaborativo, encontramos una conexión profunda con la tierra, con la cultura y con nosotros mismos. El cicloturismo en el desafío del Río Pinto se convirtió en una experiencia que nos nutrió no solo físicamente, sino también espiritualmente, dejándonos con recuerdos imborrables y un aprecio renovado por la magia que se encuentra en la comida y en la unión de personas que comparten una pasión común.

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