Como siempre, llega el momento más esperado del año para todos nosotros: ¡nuestra cena de fin de año! Y como siempre, algunos ya saben cómo será la fiesta, pero para aquellos que son nuevos, permítanme contarles un poquito de nuestra historia. Somos más que una empresa, somos una gran familia de amigos, e incluso a veces nos sentimos como primos jaja. Y como familia que somos, cada año organizamos una cena de cierre, una fiesta que reúne a todos nuestros clientes y amigos. Y cuando decimos todos, ¡queremos decir TODOS! Invitamos a parientes, amigos de amigos y cualquier alma afín que quiera sumarse a la diversión.
La cita es siempre en un lugar especial, y esta vez decidimos celebrar en “La Cabaña La Tregua”, propiedad de los padres de nuestro querido guía Ramiro. Y qué decir de su hermano, el creador de postres deliciosos que siempre nos hace sentir como en el cielo culinario.
Para que nadie se quede sentado en su silla, siempre tenemos música genial y para eso, invitamos a un DJ talentoso que nos pone a bailar toda la noche. ¡La pista de baile nunca se queda vacía! Y cómo olvidar las entradas, que corren por cuenta de Marcos, y las deliciosas tablas de picadas que compartimos entre todos. La colaboración es parte esencial de esta velada, y nuestros amigos Facundo y Guido siempre nos consienten con un asado espectacular.
Pero esto no termina ahí, ¡ni mucho menos! Además de la comida y el baile, tenemos un espectáculo preparado para todos. Los sorteos son una tradición en nuestras cenas, y gracias a la generosidad de nuestros amigos y colaboradores, siempre contamos con regalos maravillosos. ¡Incluso el año pasado tuvimos la suerte de sortear un televisor donado por Jorge de All System! Qué emoción y alegría nos invadió ese momento.
Entre los colaboradores destacados, están Ixa Sport, Ixa Bike, Casa Club, Magnus Centro de Estética, Las Dinas, Produlac, Carnicería El Ternero, Frituhorticola Volver, y muchos otros más. Agradecemos profundamente su apoyo y amistad.
Pero lo que hace esta noche realmente inolvidable es la temática de la fiesta. Cada año, nos disfrazamos según un tema específico, y esta vez decidimos rendir homenaje a nuestros adorados cómics. ¡Fue absolutamente divertido ver a todos convertidos en sus personajes favoritos! La risa y las anécdotas compartidas se volvieron el alma de la fiesta.
Y así, como siempre, pasamos una noche maravillosa, uniendo lazos, creando recuerdos y fortaleciendo nuestra gran familia de amigos y colaboradores. Diez años de tradición que se hacen cada vez más especiales, con más personas que se suman a esta mágica velada. Todos juntos, como una piña, disfrutando de la compañía, la risa y la diversión que nos regala esta cena de fin de año.
¡Que viva la amistad, el cariño y la alegría compartida! Estoy seguro de que el próximo año superaremos esta experiencia y haremos de nuestra próxima cena otra noche inolvidable. ¡Hasta entonces, amigos!
Desde el momento en que nos sentamos a la mesa, nuestras expectativas estaban por las nubes. Y no nos defraudaron. Las tablas de picadas de Las Dinas, con sus embutidos gourmet, fueron como un abrazo cálido y reconfortante para nuestros paladares. Cada bocado era una explosión de sabores, que nos llevaba a apreciar la dedicación y el esmero que se puso en cada detalle. Los quesos de Produlac, verdaderas joyas gastronómicas, nos envolvieron en una sinfonía de texturas y aromas que nos hicieron sentir como en un sueño.
Pero entonces llegó el plato principal, y el fogonero cobró vida con la presencia de Facundo y Guido. La magia de la carne asada se apoderó del lugar, y no podíamos apartar la mirada de la parrilla, donde se cocinaban lentamente cortes de cerdo y cordero. Fue un espectáculo digno de admirar, y cada chispa del fuego parecía traer consigo el amor y la pasión que estos chefs ponían en su arte culinario. La espera de más de 4 horas fue una agonía deliciosa, ya que sabíamos que lo que estaba por venir sería algo realmente especial.
Y así fue. Cuando por fin llegó el momento de probar las carnes asadas, nuestros corazones se inundaron de emoción. Cada bocado era un regalo para nuestros sentidos, una explosión de sabores que nos hacía cerrar los ojos y saborear cada instante. La sazón con salmuera, un toque mágico y secreto, daba a las carnes un matiz de sabor y color que nunca antes habíamos experimentado. Fue como si cada mordisco nos conectara con la esencia misma de la cocina artesanal y el cariño con el que se prepararon esas delicias.
Y cuando pensábamos que ya no podíamos ser más felices, llegaron los postres. Olguita, la mamá de Ramiro, desplegó todo su talento y creatividad en esos vasitos llenos de frutos rojos frescos y deliciosos. Cada cucharada era un viaje a la felicidad, y los brownies nos llevaron a una dimensión de placer desconocida. Las cremas, suaves y llenas de sabor, nos hicieron sentir como si estuviéramos flotando en una nube de dulzura. Era un verdadero espectáculo gastronómico, donde cada postre era un poema de amor y dedicación.
En definitiva, esa cena de fin de año fue una experiencia que trascendió lo gastronómico. Fue un viaje de emociones, un encuentro con sabores que tocaron nuestras almas y nos hicieron sentir que estábamos en el paraíso culinario. Cada plato, cada bocado, estaba impregnado de sentimientos y pasión, y eso se reflejó en la alegría y gratitud que inundaba nuestros corazones. Fue una noche de magia y amor a través de la comida, una experiencia que quedará grabada en nuestros corazones para siempre. ¡Una verdadera muestra de que la gastronomía puede ser un lenguaje universal de amor y unión entre amigos y familia!