¡¡”Es pasajera”!!

Los relatos del Curupí...

Había una vez una travesía por el Río Gualeguay, el mismo año de la famosa “aventura de la lancha”, ¡sí, esa que todos recordamos! Pero esta vez, el pronóstico del tiempo no se ponía de acuerdo, y solo daban poquita agua en el río. ¿Qué podía salir mal con ese solazo?

Todo iba de maravilla, remando en kayak y la lancha rastrojero, cuando de repente, ¡sorpresa! En el horizonte, una gigantesca nube gris de punta a punta, más grande que la casa de la abuela, se acercaba sobre ellos. ¡Era un gris topo azul marino, como si fueran a caer ballenas en vez de gotas!

Marcos y Ramiro, tratando de disimular, se miraron con cara de “¿qué hicimos para merecer esto?”. Pero a veces, en la naturaleza y el clima, los milagros existen, ¡y uno estaba a punto de ocurrir!

A lo lejos, divisan el único parador de pescadores, un tingladito chico de chapa sin paredes, con mesas y bancos rústicos. Ideal para un almuerzo bajo el sol… pero no para una tremenda tormenta que, en teoría, iba a ser pequeña (pero que no lo parecía).

Deciden refugiarse ahí y hacer una exquisita picada. Las primeras gotas de lluvia caen, pero según los pronósticos, ¡no era nada! Sin embargo, el cielo se empeñó en darles un espectáculo inolvidable. La lluvia se intensificó, el viento soplaba con fuerza y las temperaturas cayeron en picada.

¡La situación se volvió más dramática que una novela mexicana! Ramiro, en su nivel de salvajismo mental, se puso un piloto y, con un cuchillo, empezó a cortar ramas caídas y mojadas por la lluvia. ¿Su plan? ¡Encender una fogata con un desodorante para mosquitos y un encendedor! ¡Una aventura dentro de la aventura!

Mientras tanto, el grupo intentaba mantener el buen humor y hacerle frente a la tormenta con risas. “Es pasajera”, decían algunos optimistas. Otros bromeaban: “¿Eso es todo lo que tenes?” ¡Parecían provocar a la tormenta para que lanzara sus truenos con más fuerza!

Entre abrazos, risas y cantando canciones de marinero, el tiempo pasó y, por fin, cuando todos estaban casi convencidos de que lancha y el tingladito desaparecerían, ¡el sol apareció! Fue como un milagro divino, más sorprendente que si les hubieran dado el premio mayor de la lotería.

Y así, con el sol en su lugar, retomaron la travesía alocada, con el espíritu renovado y la comedia como escudo contra las adversidades. La naturaleza, siempre dispuesta a darles una lección, les recordó que, en medio de las tormentas, siempre hay espacio para la risa y los abrazos. ¡Y esta travesía terminó con un final feliz, y mucha, pero mucha comedia! 😂🛶☀️

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