¡Acompáñame en este viaje tan peculiar y emocionante, querido aventurero de las dos ruedas! Era un día soleado en la provincia de Misiones, un rincón de Argentina donde la naturaleza parece haber tenido un ataque de creatividad explosiva. Estamos hablando de la tierra del Soberbio y majestuoso Salto Moconá, ¡una belleza que te hace chocar los cinco sentidos con la madre naturaleza!
Así que aquí estamos, montados en nuestras bicicletas, listos para conquistar los caminos llenos de colores y sorpresas. Te hablo de paisajes tan vibrantes que hasta los monos se pondrían celosos. ¿Pero lo mejor de todo? ¡Esos paisajes no solo son colinas y selvas, sino también los cultivos de los agricultores más valientes y creativos que puedas imaginar!
A ver, amigo, no sé si alguna vez has pedaleado con el trasero en llamas y el corazón en la garganta, pero déjame decirte que estos dos días de cicloturismo eran como una montaña rusa en medio de un laberinto de lomas. Sí, ¡esas pequeñas colinas que parecen inofensivas pero que hacen que tus piernas tiemblen más que gelatina en terremoto!
Por supuesto, el campo aquí es tan auténtico como un abrazo de la abuela en domingo. Los agricultores cultivan todo tipo de cosas, desde mandioca hasta porotos negros, ¡y ni hablemos de la citronela! Pero te tengo un secreto: los tractores aquí son como unicornios en la ciudad. ¿La razón? Terreno arcilloso, barroso y empinado, que hace que esos tractores digan “¡Ay, no, gracias!” y se queden en casa. En cambio, los bueyes son los héroes aquí, arando la tierra y tirando de carretas como si fueran la última moda en vehículos todoterreno.
Ahora, prepárate para la escena más divertida que verías en este viaje lleno de emociones. Imagina esto: una serpenteante bajada seguida de una loma en forma de cruz. Justo en el horizonte, como una estrella de cine en una escena de acción, aparece un buey con su carreta, manejado por un auténtico maestro del campo. Nuestro grupo de ciclistas, cada uno en su propia odisea de pedaleo, se codea con esta escena rural como si fueran extras en una película épica de aventuras.
Pero espera, que la comedia está a punto de comenzar. ¡El buey, el protagonista inesperado de esta historia, tiene otros planes! Se cruza con los ciclistas y de repente, ¡zas! Un susto monumental lo hace correr como si hubiera visto un fantasma de tractor. El pobre campesino lucha por contenerlo, pero este buey ha visto su oportunidad de oro para un “Gran Escape”.
¿Te imaginas la escena? Un buey en modo turbo, corriendo por el camino como si tuviera un cohete en el trasero. ¡Los ciclistas en pánico! El guía gritando como un loco: “¡Corranse del caminoooo!” mientras el buey enloquecido avanza. Algunos ciclistas se lanzan a los campos como si fueran atletas olímpicos del salto de obstáculos, otros se abrazan a la ladera de una colina como si sus vidas dependieran de ello. ¡Y todo esto, mientras el campesino, rojo como un tomate, corre tras el buey en una persecución digna de Hollywood!
La situación era desesperante y cómica a partes iguales, como si los chicos traviesos del destino hubieran decidido jugar una broma monumental. Afortunadamente, nadie resultó herido, y esa anécdota se quedó grabada en la memoria de todos nosotros, gracias quien habla yo el “Curupi el Increíble”. Y recuerda, mi amigo, en Misiones las historias son como los cultivos: nunca escasean y siempre te dejan con una sonrisa en la cara. ¡Así que prepárate para más risas y aventuras en el próximo capítulo de “Misiones, la tierra de lo inesperado”! 🚴♂️🌄🐮